Amistad
Tejido de amor
Confiando en ese ser especial
Con la seguridad del no vidente
Al entregar la vida a su fiel guardián.
Desahogo, Abrazo y Consuelo
¡ El río derrama torrentes a la canción del mar!
¡ Puede ser, en un baile cualquier mañana de lunes!
Compañía
Alegrías y risas disfrutando vivencias
Ronda de niños una tarde soleada.
Compartimos
Emociones, Pensamientos y Desazón
Purificando nuestros corazones.
Lluvia refrescando ansiedad
Música encandilando esos húmedos días.
Cofres guardando secretos envueltos de tiempo y ternuras.
Respeto, Verdad y Belleza
No se interrumpe a las aves al obsequiarnos su melodía
Jamás a un pintor recreando su vida, sus sueños.
Luz de arco iris descansando en su lecho teñido de paz...
Amistad, puedes ser caprichosa e ingrata, y
Confundida te arropas de desesperanza.
¿ Se puede evitar que un rayo el alma nos quiebre ?
¿ Es claro el límite entre mares y cielos ?
Amistad,
Nos elegimos en Voluntad y Conocimiento
Entregándonos profundo
Construyéndonos mutuamente.
Amistad, Torreón de Piedra, Voz y... Silencios.
Marianela Fernández (escritora y alumna de Biodanza de "La Casa de Todos".)
Etty Rosenberg (maestra didacta biodanza)
No lo conocía, al creador de la biodanza....
No lo conocía, al creador de la biodanza no lo conocía, ni siquiera pasó por mi
mente que alguien fuera el creador del ángel del viento. Sí sabía que danzar
provocaba el traspaso de mi cautela cotidiana a la esperanza del retorno,
sabía que ese regreso hacia la brisa interior recogía alas de las alas del cielo,
sabía que podía llorar mientras el agua bendecida se sumergía en mi sonrisa
de niña. Sabía que dentro de ella, de la niña y de la danza, podía rehacerme
como una crisálida amparada. Qué había en la danza que siendo tan niña
provocaba en mí la explosión de miles de estrellas, la alegría de la creación
en manos del amor primero, qué acontecía en este mi ser impredecible, en
esta elección material milagrosa que aún hoy no logro asir entre mis noches,
entre los días que se suceden impredecibles. Qué había en ese deambular, en
ese tránsito, en esa vigilia peregrina. Y miré a mi alrededor esperando la
respuesta, la divina mariposa posándose en mis huellas, el ángel encantado
sonriendo al amanecer, el pájaro floreciendo en los nidos del alma. Entonces
supe que la poesía se había desprendido de mis dedos, que el verso iba tras
las nubes de la tarde, que la voz se tornaba brazos lamiendo el aire, ojos
recuperando el infinito, corazón sin destino retornando. Supe que poesía se
había vuelto aire, se desprendía risueña al borde de mi oreja, corría entre las
piedras volviendo luceros los guijarros, supe que las palabras por fin corrían
libres sobre el sueño de todos y supe que poesía y danza somos. Poesía y
danza son dos alas de la misma niña mariposa. Ayer lo conocí, conocí a quien
dio nombre al ángel del viento. Dijo que había esperanza, había esperanza. Lo
dijo.
Malicia Blues
(del libro Malicia Blues, la luna no era reina, la luna era malicia, Editorial Dhiyo, Stgo. de Chile, 2010)
(Escrito una noche de luna llena, mientras él, frente a mis ojos prisioneros en el guardarropía, saludaba desde su mundo del viento. Gracias Rolando Toro por esa única sonrisa que le regalaste a la malicia)
Lo que hace una caricia
Soy poesía
Si no me manifiesto en palabras
Lo haré en danza
En caricias, en sonrisa
En las mil maneras que ha tu lado he aprendido.
Con una mirada, un abrazo.
Con un suspiro, secando tus mejillas
De lagrimas, creías no existían.
¿Penas olvidadas?
Como sea
La poesía no queda prisionera
Crea alas, garras
Defendiendo su derecho
A existir, a expresarse
Sin palabras
Sólo existiendo, respirando
Abriéndole espacio al ritmo vital de la vida.
Armonizando mí ser físico
Fluye mi sangre, mi vida.
Siento latir mi corazón.
Una caricia y la tibieza de tus manos y
Mi sangre no circula, DANZA.
No lo conocía, al creador de la biodanza....
No lo conocía, al creador de la biodanza no lo conocía, ni siquiera pasó por mi
mente que alguien fuera el creador del ángel del viento. Sí sabía que danzar
provocaba el traspaso de mi cautela cotidiana a la esperanza del retorno,
sabía que ese regreso hacia la brisa interior recogía alas de las alas del cielo,
sabía que podía llorar mientras el agua bendecida se sumergía en mi sonrisa
de niña. Sabía que dentro de ella, de la niña y de la danza, podía rehacerme
como una crisálida amparada. Qué había en la danza que siendo tan niña
provocaba en mí la explosión de miles de estrellas, la alegría de la creación
en manos del amor primero, qué acontecía en este mi ser impredecible, en
esta elección material milagrosa que aún hoy no logro asir entre mis noches,
entre los días que se suceden impredecibles. Qué había en ese deambular, en
ese tránsito, en esa vigilia peregrina. Y miré a mi alrededor esperando la
respuesta, la divina mariposa posándose en mis huellas, el ángel encantado
sonriendo al amanecer, el pájaro floreciendo en los nidos del alma. Entonces
supe que la poesía se había desprendido de mis dedos, que el verso iba tras
las nubes de la tarde, que la voz se tornaba brazos lamiendo el aire, ojos
recuperando el infinito, corazón sin destino retornando. Supe que poesía se
había vuelto aire, se desprendía risueña al borde de mi oreja, corría entre las
piedras volviendo luceros los guijarros, supe que las palabras por fin corrían
libres sobre el sueño de todos y supe que poesía y danza somos. Poesía y
danza son dos alas de la misma niña mariposa. Ayer lo conocí, conocí a quien
dio nombre al ángel del viento. Dijo que había esperanza, había esperanza. Lo
dijo.
Malicia Blues
(del libro Malicia Blues, la luna no era reina, la luna era malicia, Editorial Dhiyo, Stgo. de Chile, 2010)
(Escrito una noche de luna llena, mientras él, frente a mis ojos prisioneros en el guardarropía, saludaba desde su mundo del viento. Gracias Rolando Toro por esa única sonrisa que le regalaste a la malicia)